Podemos ir a la playa, recoger agua de mar con una botella de plástico, colarla para eliminar sedimentos arenosos –o de otra naturaleza- y ponerla a hervir para que se evapore y obtener, finalmente, sal. O preparar una solución de cloruro de sodio con una balanza calibrada en gramos, un frasco de un litro, cloruro de sodio puro y agua destilada. El resultado será el mismo. Aunque, si aceptáis un consejo, es mucho más sencillo –y barato- acercarse al supermercado más cercano y comprar una bolsa.
Puede parecer un ejemplo extremo, pero muchas veces tendemos a hacer lo mismo en el trabajo en lugar de buscar la solución – no clorada- más sencilla. Como la mejor manera de mejorar nuestra pyme. Porque, ¿qué empresa que necesite una secretaria no ha optado por repartir sus funciones entre sus empleados en lugar de contratar a una? Sí; resulta mucho más barato en delegar labores que contratar, pero los resultados no son los esperados. Al igual que ponernos a fabricar sal sin conocimientos de química previos. Y eso que no es tan complejo como pueda parecer, os lo aseguro. Pero no os lo recomiendo.
Sin embargo, a sabiendas de todo eso, no deja de ser cierto que las secretarias suponen un coste extra a la empresa junto con una necesidad de ocupar un puesto físico en la oficina, mobiliario y equipo de trabajo añadido. Bueno, pues eso ya forma parte de la historia, porque las secretarias para pymes están disponibles de una manera que ni bolsillo ni instalaciones notarán su presencia. ¿Cómo es posible? Seguid leyendo y lo descubriréis.
La revolución tecnológica supuso un gran cambio en la forma de trabajar. De primeras, ya no era necesario tener tanto espacio para guardar la información, porque los discos duros reemplazaron a los archivos. La velocidad en las comunicaciones aumentó y se simplificó al no necesitar más elementos que el ordenador para hacerlas efectivas. Pero, lo más importante, permitió a las pymes competir con las grandes, puesto que ambas empleaban las mismas herramientas para desempeñar su labor. Sin embargo, la estructura de las segundas les permitía ser más competitivas al tener a gente en la plantilla encargada de realizar tareas específicas que las primeras tenían que realizar por su cuenta, ralentizando el ritmo de trabajo. Entonces apareció la nube, y todo cambió.
La nube es una oficina de trabajo virtual donde poder encontrar innumerables servicios a precio asequible dirigidos a empresas que, por tamaño, no pueden contratarlos de manera física. La única diferencia es que, como ya hemos dicho antes, no son físicos. La calidad sigue siendo la misma, aunque con un coste inferior. Al igual que los ordenadores en las empresas, suponen un ahorro en tiempo y espacio a la hora de trabajar pero, a diferencia de ellos, cubren un vacío profesional en las empresas que contratan sus servicios. Y ahí reside su verdadera revolución. Que permiten a las pymes disponer del organigrama de las grandes. De esta manera, los empleados pueden dedicarse a su especialización mientras profesionales en atención al cliente y organización de agenda liberan a la empresa de esas tediosas pero necesarias funciones con eficacia y seriedad. Y los clientes agradecerán el trato recibido, por cierto.
¿Y es muy complicado contratar este tipo de servicios? Al contrario. Simplemente búscalos en la web. Es tan sencillo como ir a por sal al supermercado.