Formas de superar el miedo para empezar un negocio

Tener miedo no es algo negativo. De hecho, gracias a él, anticipamos un posible peligro y lo evitamos. La proyección del resultado futuro que realiza nuestra mente en el momento presente genera un estado de ansiedad que nos hace recular y negarnos a realizar una actividad. Por peligro. Por miedo.

Esta es la razón por la que un mar infestado de tiburones o una araña venenosa nos genera más sensación de peligro que hacernos una foto o beber champagne. Y, sin embargo, el año pasado registró más muertes por consecuencia de los selfies que por ataques de escualos, mientras que las estadísticas dicen que es más probable que muera una persona por un golpe de corcho de champagne que por picadura de araña.

La sociedad española ha sido, tradicionalmente, bastante hostil a dos cosas: los cambios y quejarse. De la segunda poco a poco vamos saliendo- las nuevas generaciones no has conocido la represión dictatorial- pero la segunda parece estar mucho más arraigada. El motivo es muy sencillo: resulta más cómodo no asumir riesgos y recibir el producto finalizado y funcionando que invertir tiempo y esfuerzo en algo de incierto resultado. Cierto es que esta visión de la vida evita el fracaso. Pero también nos priva del éxito. Y esto no lo tenemos en cuenta.

El miedo a empezar un negocio surge poco después de proponer la idea. Lo hermoso de las ideas es que son perfectas hasta que intentamos convertirlas en realidad. Porque requiere trabajo, esfuerzo, organización y asunción de riesgos. La parte del trabajo es dura, pero factible. Los riesgos generan un fantasma que nos atemoriza con las consecuencias de atrevernos a cruzar esa puerta. Y entonces dudamos.

¿Cuáles son los factores de riesgo que corremos? Principal y mayoritariamente, económicos. Montar un negocio requiere una fuerte inversión con escaso margen de beneficio durante el primer año hasta obtener una estabilidad de mercado que permita sacarle partido a nuestro proyecto. El riesgo a endeudarnos, ser denunciados por impagos y demás terrores jurídico-bancarios del Cthulhu empresarial provocan inseguridad a la hora de embarcarse en un proyecto. Y con razón.

Pero, en las inmortales palabras de Virgilio, Audentes Fortuna Iuvat. Es decir, que la fortuna premia al osado. Esto no significa que hay que lanzarse a lo loco, sino que, al igual que hay riesgos, hay también triunfos. Así que, sin perder de vista los riesgos que conlleva empezar un negocio, hay que tener en mente los resultados favorables que vamos a obtener. Una mentalidad positiva es el primer paso del éxito. Una mentalidad negativa solo acarrea desgracias.

Ya tenemos la idea y la motivación adecuada. No está de más visualizar un futuro halagüeño que nos permita perfilar el camino a seguir en el proyecto. Tarde el tiempo que tarde. El éxito es como los invitados a una fiesta: la mayoría llegan tarde y rara vez se presentan antes de la hora. Pero la fiesta acaba sucediendo.

Sin embargo, no todo es tener buenos deseos y la motivación adecuada. Saber dónde se quiere llegar es importante. El cómo mucho más. Hay que estudiar en profundidad el mercado para localizar al público objetivo deseado y disponer de las herramientas necesarias para efectuar nuestro trabajo. Y es esta última categoría entra el factor del personal: qué personas necesitamos para sacar adelante nuestro proyecto.

Por un lado, deberemos contar con los profesionales de nuestro servicio, claro está. Pero la propia empresa demanda su propia plantilla para mantenerla viva. Las gestiones, la atención al cliente y la organización del trabajo engullirán lentamente el tiempo establecido para el trabajo propio del negocio. Lo habitual, en el caso de ser una pyme o autónomo, es repartirse dichas tareas entre los empleados y contratar una gestoría que se encargue de los aspectos jurídicos. Sin embargo, las nuevas tecnologías han puesto al alcance de todos una serie de servicios virtuales asequibles para este tipo de empresas y empresarios cuya implantación afianzará el negocio a la vez que ofrece un servicio de calidad en un campo en el que tenemos menor o nula experiencia. Por ejemplo, los servicios de secretarias virtuales, que se encargan de la centralita de la empresa con profesionalidad, mejorando nuestra imagen y trato hacia los demás.

Lo más interesante de todo es que, hasta que no se pone en marcha el negocio, no terminamos de descubrir ciertos detalles necesarios para el correcto funcionamiento de una empresa. Algo así como cuando se va de vacaciones a un lugar extranjero y se descubren las diferencias con el país propio. Es bueno consultar con alguien que ya haya estado allí para saber qué tipo de enchufes se emplean y cuál es su corriente. Pero, en caso de no conocer a nadie que nos aconseje o asesore, el propio ritmo del negocio lo irá haciendo poco a poco. En ambos casos, ganaremos experiencia. Y la experiencia es el mejor espantapájaros de las aves de mal agüero que trae el miedo.

Dejar un Comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *